Internet permitió construir una biblioteca digital para ciegos

01/07/2014

Internet permitió construir una biblioteca digital para ciegos

Tiflolibros es una biblioteca digital para ciegos que ha logrado mejorar la lectura y la información de las personas con discapacidad visual.

La iniciativa, creada por un grupo de personas ciegas de Buenos Aires (Argentina), utiliza las nuevas tecnologías como medios para mejorar el acceso a la lectura de las personas ciegas y ha logrado extenderse rápidamente por el mundo digital de habla hispana.

Este año la biblioteca de Tiflolibros alcanzó los 46 mil libros que comparte con 7.000 usuarios de 300 instituciones de 44 países de todo el mundo.

El Fondo Regional para la Innovación Digital en América Latina y el Caribe (FRIDA) acaba de distinguir este proyecto entre las iniciativas premiadas de este año.

Pablo Lecuona, fundador de Tiflolibros, recuerda que el proyecto nació de un intercambio de libros entre amigos y terminó transformándose en la biblioteca digital más grande para personas ciegas.

¿Cómo nace Tiflolibros?

Hasta finales de los años 90, las únicas formas de acceder a la lectura de un libro para una persona ciega, eran el libro en Braille, el libro en audio o la lectura directa en voz alta por parte de otra persona. Los libros en Braille se copiaban a mano, y existían bibliotecas que tenían un solo ejemplar de cada libro, que una persona leía, devolvía, y se podía prestar a otro usuario, lo que hacía que muchas veces había que esperar bastante tiempo para acceder a un libro determinado, y que eran muy pocos los libros disponibles. Los libros grabados en casetes eran más fáciles de reproducir, pero también había poca disponibilidad, ya que se grababan con lectores voluntarios, con bastante esfuerzo y a tiempo real de lectura, y por ahí de cada libro habían solo 3 o 4 copias circulando en el país.

Con el desarrollo de la tecnología, aparece una nueva manera de acceder a los libros: si uno tenía una computadora adaptada con un lector de pantallas, podía con un scanner y un programa de OCR, hacer algo que antes era impensado: comprar un libro en una librería, con bastante trabajo ir pasándolo por el scanner, y luego, una vez convertido en un archivo de texto, leerlo con el programa lector de pantallas. Esto era una maravilla, pues por primera vez uno podía elegir cualquier libro, y aunque llevara trabajo y muchas veces el OCR no fuera totalmente eficiente, era poder leer de manera autónoma, sin depender de que otra persona o una institución que hiciera accesible el libro.

Yo recuerdo el día que me instalaron el scanner, que tenía una pila grande de libros de mi hermana, que mágicamente iba a poder leer!

Ya esto de con un scanner pasar un libro y poder leerlo era una maravilla y abría nuevas oportunidades. También el poder acceder a una computadora adaptada, escribir y leer texto en ella, compartir materiales con otras personas con vista. Pero aún el acceso era limitado, pues existían lectores de pantallas para el sistema MS-DOS cuando ya todo el mundo usaba Windows, y siempre las personas con discapacidad visual íbamos un pasito más atrás que el resto.

Pero en 1999 empieza a llegar a la Argentina un lector de pantallas que fue el que cambió fuertemente el acceso a información de muchas personas ciegas. En lugar de requerirse como antes, un aparato específico que emitiera la voz sintética, este lector usaba la capacidad multimedia de la computadora para emitir la voz sintética, y era un lector para Windows, que nos permitía usar los mismos programas y recursos que el resto de la gente, y fundamentalmente, nos permitía acceder a Internet.

Y en la suma de la posibilidad de digitalizar un libro para leerlo, más el empezar a utilizar internet, y especialmente el recurso de las listas de correos, como espacios de intercambio y puesta en común de información, es que surge la idea de Tiflolibros.

Diferentes personas con discapacidad visual digitalizábamos libros para poder leerlos. Algunos nos intercambiábamos los libros que habíamos escaneado, pasándolos en un disquete. Una tarde, cuando yo era usuario recién iniciado en esto de Internet y el correo electrónico, un amigo nos manda un mail diciendo por qué no pensábamos en alguna manera de poner en común, de contarnos los libros que cada cual escaneaba y tenía, para armar entre nosotros, una base de libros que pidiéramos intercambiar.

Con mi esposa, Mara, fuimos audaces, y ya que estábamos participando en un par de listas de correos sobre tecnología y discapacidad visual, nos pusimos a ver como se creaba una lista, y esta idea de compartir materiales plantearla a un nivel más amplio, pensar en construir una biblioteca digital para ciegos.

Y Así nació Tiflolibros, primero como una lista de correos en el servidor de Onelist (que luego fue Egroups y luego fue YahooGroups). El primer objetivo fue construir una lista de correos, donde personas ciegas de diferentes lugares pudiéramos intercambiar los libros que cada cual digitalizaba, y pensáramos como construir una biblioteca digital para ciegos, si era posible.

La primera versión de Tiflolibros fue la más virtual de las Bibliotecas virtuales, pues era un archivo de Excel donde se consignaba los datos de cada libro, el nombre de la persona que lo tenía, y el mail de esta persona, entonces uno le pedía directamente a la persona que le mandara el libro. Mientras tanto en la lista de correos se discutía sobre los aspectos legales, y se establecían lazos y se intercambiaban experiencias.

Luego, en octubre de 2000, encontramos un servicio de hosting gratuito que ofrecía la posibilidad de armar una web con nombres de usuarios y contraseñas para acceder a ella, y se empezó con el concepto de biblioteca virtual, subiendo los libros que cada persona aportaba, y teniendo cada usuario un nombre y una contraseña, para asegurar que solo accedieran a los libros quienes tienen una discapacidad que no les permite la lectura.

En 2001, al haber sumado al equipo de trabajo a André Duré y Gustavo Ramírez, ambos programadores ciegos, nos pusimos a desarrollar nuestra propia web, ya con diferentes herramientas de programación, y alojada en nuestro propio servidor casero, y nació la Biblioteca en el formato que hoy tiene.

Realmente el proyecto, la biblioteca, creció siempre mucho más de lo que nosotros esperábamos, y su gran potencial, más allá de los libros y el acceso a la lectura, fue también esto del trabajo en red, de la gente comunicada, aportando ideas, recursos y los libros que cada cual digitaliza.

¿Por qué una biblioteca virtual?

Una biblioteca virtual pensada como un espacio donde reunir, en un sitio al que todos puedan acceder, el libro que cada cual digitaliza. Siempre, acostumbrados nosotros mismos, como usuarios de libros y tecnología, a tener que aprovechar al máximo cada recurso disponible, pensamos que la biblioteca virtual era la mejor manera de sumar el trabajo y los recursos de todos. Una biblioteca virtual, que se construye entre todos, con el material que cada persona o institución digitaliza, y que a la vez está accesible las 24 horas del día para que cualquiera de sus usuarios pueda buscar y descargar un libro.

El poder trabajar a nivel global, y no solo a nivel local, fue un gran aporte de este trabajo global. En América Latina y España, somos muchísimas personas que hablamos un mismo idioma, y que podemos compartir recursos. El gran desafío fue sumar, trabajando en red, y buscando herramientas virtuales sencillas de usar, y que pudieran funcionar también sin grandes recursos de administración. Por eso además de desarrollar el sistema de la Biblioteca, nuestros programadores fueron desarrollando diferentes herramientas para hacer las cosas lo más automatizadas y sencillas posibles, tanto para los usuarios como para quienes aquí la administramos.

¿Cuáles fueron los principales escollos en sus comienzos?

El primer tema a ver, y que podía ser un gran obstáculo para construir la biblioteca, era ver como se manejaba el tema legal, de construir una biblioteca para ciegos, con libros con derechos de autor, en Internet. Sabíamos que por una parte teníamos un gran potencial en las herramientas tecnológicas, que había que aprovechar. Sabíamos al mismo tiempo que hacer una biblioteca abierta a cualquier público, podía ser una violación a los derechos de autor, y que si queríamos construir una b biblioteca sustentable, era importante tener un respaldo legal y un cuidado por los derechos de autor.

Lo primero que se hizo fue investigar en los diferentes países, qué amparo legal se tenía para la adaptación y transcripción de libros para ciegos. Así tomamos de ejemplo cuatro países en los que habían en las leyes de derechos de autor excepciones que permitían reproducir una obra, sin tener que pagar derechos ni pedir autorización a los titulares de derechos, siempre que esto se hiciera de forma no lucrativa, y asegurando que los libros sean para uso exclusivo de personas con una discapacidad que no les permita la lectura convencional.

Por eso tomamos esto como regla, cuidar y garantizar que la biblioteca sea de acceso exclusivo para este público y gratuita. A la vez, para avalar el trabajo y aprovechar mejor los recursos, comenzamos a acercarnos a editoriales y autores para que nos conozcan, y también para que aporten los archivos desde los cuales se producen los libros en papel, lo que hacía que fuera más sencillo tener una versión accesible y sin errores de escaneo.

Y fue fundamental que importantes editoriales, como Planeta y Alfaguara de Argentina, comenzaron a apoyarnos y esto nos fue dando también más aval! Luego en 2006 se logró impulsar la incorporación en la ley Argentina de una excepción a los derechos de autor en favor de personas con discapacidad visual, y a partir de 2008 participamos junto a la Unión Mundial de Ciegos en la negociación de un tratado internacional en la OMPI, todas cosas que fueron dejando claro el tema legal.

El otro gran problema que siempre hemos tenido, es el tener que ir inventando maneras de sostener el trabajo, de estar a la altura de un proyecto que siempre va creciendo más allá de sus estructuras básicas, y hay que ir siempre buscando la sostenibilidad económica, técnica y de la gente que tiene que trabajar para capitalizar todas las oportunidades que nos brinda el uso de las nuevas tecnologías.

Un desafío que tenemos y sobre el que hemos ido trabajando en diferentes proyectos y alianzas, es que la biblioteca llegue a todas las personas con discapacidad que lo necesitan, y no sólo al sector más alto de la pirámide que es el que suele tener más acceso a tecnología.

¿Cómo se financia la iniciativa?

Ja! A veces haciendo magia!

Al principio, éramos un grupo de amigos trabajando en un proyecto que nos entusiasmaba, y ni pensábamos en financiamiento, si no que poníamos lo que teníamos e íbamos para adelante. Pero el proyecto empezó a crecer y a requerir trabajo y recursos, y al mismo tiempo en Argentina estábamos en el peor momento de crisis

La primera forma de financiamiento fue discutida con los mismos usuarios y participantes de Tiflolibros, y fue hacer dos veces por año campañas de aportes voluntarios de los usuarios que quisieran y pidieran, sin influir esto en el acceso y el uso de la biblioteca. Luego, a finales de 2001, comenzamos a constituirnos como Asociación, y creamos Tiflonexos, con el objeto de dar un espacio institucional al proyecto de Tiflolibros y a la vez generar otros proyectos que tuvieran que ver con el aprovechamiento de la tecnología y el trabajo en red.

Desde la Asociación se fueron desarrollando diferentes estrategias y formas de generar recursos, aunque siempre el tema de los recursos fue un problema, porque siempre se crece más rápido que los recursos que se pueden generar y porque el mismo trabajo que hace falta dedicar a generar los recursos hace que haya que estar bien cuidadosos de balancear los tiempos y recursos de manera de poder sostener la actividad central, sin que esté afectada por todo el trabajo de búsqueda de recursos.

Actualmente las fuentes de financiamiento son variadas, aunque muy inestables, lo que genera que siempre estemos teniendo que inventar las formas de crecer y de llegar a fin de mes.

¿El proyecto ha logrado incluir a personas que tenían limitado el acceso a la lectura de libros?

Muy fuertemente. Por un lado, ha aumentado geométricamente la cantidad de material de lectura disponible. Para tener una idea gráfica bien concreta, en 60 años de trabajo, la biblioteca Braille más importante de Argentina había transcripto unos 3.200 libros, de los cuales hay un solo ejemplar. En 30 años, la biblioteca más grande de libros en audio había grabado unos 1.500 títulos.

Actualmente en Tiflolibros hay 46000 libros disponibles, y en los últimos años venimos incorporando entre 3000 y 3500 títulos por año.

Además de aumentar la disponibilidad de libros, al accederse a la biblioteca de forma virtual, y desde cualquier parte del mundo, ha permitido acceso a la lectura a mucha gente que en sus países contaba con muy pocas opciones. A la vez, trabajamos  mucho en potenciar el trabajo en red y la multiplicación de los recursos. Hoy acceden a Tiflolibros 300 instituciones (bibliotecas, escuelas, organizaciones de Ciegos, universidades) que pueden descargar el material que necesitan y distribuirlo a sus usuarios ciegos a nivel local. Igualmente, aún hay mucho por lograr, ya que en algunas regiones, como Centro América por ejemplo, aún son pocas en proporción las personas que acceden a Tiflolibros, en parte porque para quienes están iniciando el uso de herramientas tecnológicas, registrarse en una biblioteca virtual, debiendo enviar comprobantes de su discapacidad a distancia, es una complicación. Por eso buscamos generar convenios y trabajo en común con organizaciones locales, que puedan facilitar el acceso a la biblioteca y a los libros con una llegada territorial más local.

¿Qué alcance tiene hoy el proyecto?

Actualmente estamos llegando a los 46.000 libros disponibles.

Los usuarios son cerca de 7000, y 300 instituciones. Tenemos usuarios en 45 países de América, Europa, Asia y África. Si bien la mayoría de nuestros usuarios son de América Latina y España, también tenemos muchos usuarios que en otros países o estudian español o son personas de habla hispana en estos países. Un ejemplo bien interesante del alcance del proyecto, es el de un estudiante ciego de español en Egipto. Él estudia español en el Instituto Cervantes de El Cairo, y cuando les apareció un estudiante ciego, no sabían cómo hacer para transcribir, allí en Egipto, libros en español para que le sean accesibles. Buscando en Internet encontraron a Tiflolibros, y hoy este alumno con discapacidad visual, tiene más acceso a libros en español en formato accesible, que el que quizá tienen sus compañeros con vista en el país. A la vez, la red de usuarios y el intercambio que se genera por correo electrónico y redes sociales, le permite estar en contacto y practicar su español con muchísima otra gente.

Sin Internet. Habría sido posible poner al alcance de personas con discapacidad visual tantos libros?

En absoluto. Internet es el medio que permite la construcción en red, el poner en común los recursos de manera que estén accesibles en cualquier momento para cualquier usuario o institución que lo necesite. Tiflolibros es un proyecto altamente basado en herramientas de Internet: nació de una lista de intercambio de correo electrónico, luego tuvo su primera web en un servidor de hosting gratuito, y luego pudo desarrollarse a partir  de que pudimos poner una computadora en red con banda ancha, conectada las 24 horas del día, corriendo un servidor web y con una página y un sistema que nosotros mismos fuimos desarrollando, que no sólo da acceso a los libros si no que usa diferentes herramientas para trabajar de la forma más automatizada posible. Internet además es el medio por el cual nos conectamos con los usuarios, los usuarios se conectan entre sí, y el medio por el cual podemos trabajar en proyectos en red con instituciones y personas en toda América latina. Además, para una persona ciega, Internet es el medio que nos permite acceder de forma autónoma a información, y que cada vez más se lo utiliza en montones de actividades cotidianas.

Sin Internet no hubiéramos podido poner a disposición de los usuarios los libros, pero tampoco podríamos haber construido la forma colaborativa en la que se genera y crece la biblioteca.

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